A veces uno sueña cada cosa... Que más que decir "buenas noches", tendría que decir "buen viaje".

Fue de la manera más increíble. Más inesperada. Más sorprendente. Más improvisada. Más enferma. Más demente. Pero creo que también, la más indicada de todas. No pudo haber pasado algo más extraño que lo de hoy. ¿Te preguntás qué fue? Algo que siempre tuve la honestidad de confesarlo, porque era (o quizás, de alguna manera, todavía sea) algo que siempre me hizo bien anímicamente y me transmitía mucha paz. Sí, eso que vos pensás. Después de varios meses, volví a escucharte la voz. Pero, ¿cómo? ¿De qué manera? Si no llamaste, no te crucé por mis pagos ni fui recientemente a los tuyos... No existió nada físico que pudiera hacer que eso suceda. Y es que ahí está el punto: no fue nada físico lo que posibilitó ese maravilloso (y quizás nostálgico) reencuentro. Fue nada más ni nada menos que en un sueño. Hoy me tocó soñarte. Y tengo que admitir que me sorprende a mí misma la capacidad de recordar que tengo. 
¿Podés creer que me acuerdo perfectamente el tono de tu voz?
Pese al tiempo y la distancia, todavía sigue ahí, latente, grabada en lo más profundo de mis adentros por alguna razón. Y no es casualidad que particularmente hoy haya sucedido esto. Nadie sueña las cosas que sueña porque sí. De alguna manera, los sueños representan emociones y deseos reprimidos, y pueden manifestarse de muy diversas maneras. Y ayer, la manifestación fue la siguiente:
Era un día de semana. Miércoles, creo. El Sol de las 4 de la tarde brillaba como hace tiempo no lo hacía (o quizás yo no podía ver). Me encontraba acompañada por gente que en éste momento no recuerdo con exactitud, seguramente porque no sean detalles de importancia en el relato. Y recuerdo que estaba sentada en el piso, mirando el jardín que se encuentra detrás de las estructuras de concreto que vieron cómo se desarrolló gran parte de mi infancia. Y así, mientras se manifestaba la primavera que rige, logré identificar una silueta, un tanto familiar, que pasaba por detrás de mí a unos escasos metros de distancia. No tardé casi nada, entonces, en reconocer ese buzo azul oscuro tirando a negro que lleva como estandarte la pasión que tenemos en común. Descifré quién se encontraba dentro de esos jeans grisáceos y esas topper de cuero blancas que siempre se destacaron por sus pasos tan firmes y seguros. Pero la seguridad no se encontraba esa tarde en tus ojos, y creo haberlos visto quebrados y a punto de desbordar (si mal no recuerdo). Intentaste seguir tu camino, quizás para probar si yo iría corriendo a buscarte. Pero cuando se cruzaron nuestras miradas, no hice más que darte un buen gesto como se lo hubiera dado a cualquier vecino. Será por eso, quizás, que frenaste y decidiste dirigirte hacia mí. Fue ahí cuando me saludaste con un beso en la mejilla y te sentaste frente a mí, cosa que yo no esperaba. Y con los ojos vidriosos y la voz quebrantada, te quedaste mirándome fijo unos segundos (sí, así, como antes...). Como acto seguido, sacaste el as que tenías bajo la manga y me confesaste tu secreto mejor guardado: "no aguanto más", me dijiste. (La movilización fue tal, dentro mío, que nunca me sentí tan estremecida por tan sólo tres palabras). No supe atinar a otra cosa que preguntarte si necesitabas que lo hablemos, más que nada por una cuestión de humanidad, porque pese a todo siempre va a importarme lo que te pasa. Entonces nos levantamos, llegamos a dar unos pasos, y... ¿qué sucedió? Había despertado. ¡No puede ser, en la mejor parte del sueño había despertado! Lógicamente intenté conciliar el sueño reiteradas veces, pero no me fue posible.
¿Significará algo todo esto o no es más que un sueño? Me pregunto si habrá existido en todo éste tiempo, esa intención de buscarme y hablar como se debe, las cosas que pasaron. Aunque si la respuesta dependiera de ciertas actitudes, lejos está de eso que creo.
De todos modos, si esa situación llegara a concretarse, me importaría más contarte las cosas que reflexioné de un tiempo a esta parte, que escuchar explicaciones montadas sobre la base de adrenalina y estupidez que desbarataron nuestro núcleo, nuestra esencia, nuestro centroPoco importa lo que hoy puedas decirme si en tus ojos yo veo algo de luz. Esa luz que es señal de esperanza, y me indica que quizás no todo está perdido. Que todavía quedan cosas por compartir y que si ves en tu ventana, podés sentir cómo llueve sobre mojado.
Sin más que decir, me dispongo a partir hacia el universo mágico de los sueños; esa dimensión que no sabe de tiempo ni espacioPuede que así me entere si es que a través de ellos podés comunicarte conmigo.
Y quizás, una noche de esas, por fin te vuelva a encontrar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario