El cielo y sus estrellas.


Pappo se fue al cielo. Cuando llegó, le dijo a San Pedro: "Disculpame, ¿Dónde enchufo la viola?". San Pedro le dijo que le preguntara a un negrito que andaba dando vueltas por ahí y que se la pasaba tocando. Pappo se quedó charlando una eternidad con el negrito; resultó que se llamaba Jimi, era zurdo y tocaba bastante bien. Charlaron con Pappo de blues, de drogas, de minas, del éxito. Y en eso, cuando empezaron a embocar los primeros acordes de una zapada informal, se agregó un tano, uno peladito, que quería cantar un par de canciones con ellos. El tano conocía la tierra del Carpo, había estado viviendo un tiempo ahí y se acordaba de una banda rara que había formado: SUMO, el tano era Luca, y con una ginebra de por medio se puso a cantar unos temas con el Carpo y con Jimi. Ahí se les acercó un tipo que decía que esas canciones eran de él, que las cantaba con su banda en EE. UU., THE DOORS se llamaba la banda. Y con más alcohol de por medio, Jim se puso a cantar en dueto con Luca, mientras de fondo sonaba el duelo de guitarras. De la nada aparecieron más acordes. El que tocaba era otro zurdo, rubio con ideologías medio punks y notas revolucionarias. Kurt se llamaba el rubio, era de la tierra de Jim y de Jimi. Y también apareció otro negro, de un lugar muy distinto al de Kurt y con otras ideas, veneraba la naturaleza y le decía "hermano" a todo el mundo, Bob se llamaba, de apellido: Marley, y se prendió en la movida porque Luca también cantaba un par de temas suyos. A todo ésto, se sumó una armónica a la base de blues de las violas. Era un tal Brian, que decía que había formado una banda en la Tierra que se llamaba THE ROLLING STONES, pero que no pudo disfrutar mucho de la fama que estaban ganando. Cuando se estaban cansando de ensayar, El Carpo, Hendrix, Prodan, Morrison, Cobain, Marley y Jones, decidieron armar un recital. La primera vez que tocaron fue ante 193 pibes que habían ido a ver otra banda, pero como se suspendió el show y estaban de paso por el cielo, se quedaron a escuchar. Habían ido a un recital de CALLEJEROS, pero no lo escucharon por culpa de otra gente que seguro, no va a ir al cielo. A todo esto, nosotros seguimos en la Tierra, lamentando la partida de toda esa gente y de esos músicos que cada día recordamos en algunas de sus canciones. Algún día seremos parte de ese público allá en el cielo, que tal vez no merece estar allí, pero que está y crece día a día. Hasta que podamos escuchar las canciones que esos fenómenos están escribiendo allá arriba, nos conformamos con escuchar los discos que tenemos a mano.
Los invisibles agitarán rocanroles irresistibles, desde algún lugar del infinito... porque desde el 30 de Diciembre de 2004, el cielo tiene más estrellas en la noche. Y esos luceros son nuestros pibes, que sólo quieren descansar en paz.

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